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Dos mujeres sanmartinenses

Continuando con mis relatos de personajes de la zona, hoy quiero contarles que Filomena Cayún y Delia Boucau recibirán en la Legislatura Neuquina el premio Lola Mora, por su trayectoria. Los apellidos ya muestran las diferencias entre ambas mujeres.
La primera de origen mapuche tiene 92 años, rostro severo de mirada penetrante, arrugas marcadas en su piel oscura, por su origen, por su edad y por las inclemencias del clima patagónico. La otra, no dice la edad (coqueta, como le corresponde a su origen francés) fue maestra en la escuela albergue Mamá Margarita, secuestrada por los militares durante la dictadura, por trabajar para los pobres, salvó su vida gracias a la intervención de monseñor de Nevares (cuándo no!).



Ahora es una típica abuelita francesa que se dedica a escribir cuentos y a colaborar con el periódico virtual "La voz de los Andes", donde me hace reir mucho con sus historias de gatos (aclaración para argentinos: me refiero a los felinos de 4 patas) Florentina fue Lonco de la comunidad Cayún durante 10 años ( cargo reservado tradicionalmente a los hombres), consiguió la titularidad de las tierras para su comunidad y es admirada y respetada por todos, mapuches y "huincas". Hasta hace no mucho tiempo, enseñaba telar a todos aquellos que querían aprender sin distinción de razas, (lástima que me la perdí). Demás está decir que atesora una verdadera sabiduría en el uso medicinal de las plantas de la región. Todavía está más que lúcida y resulta un placer escucharla hablar de su vida, de su lucha. Recibe este premio de la misma manera que cuando se le dice que su foto preside las oficinas del Consejo Deliberante local. Apenas una sonrisa y una mirada que parece evocar los tiempos difíciles... aquellos en que hasta se les prohibía hablar en su idioma. Hoy, cuenta en el diario Río Negro, los chicos tienen que aprenderlo en la escuela y les cuesta, porque ya no se habla en sus casas, les arrancaron su identidad, no sólo sus tierras. Y lo dice sin resentimientos, apenas un dejo de dolor y la esperanza puesta en que los jóvenes recuperen el sentimiento de dignidad por su raza. Les cuento esto porque me llena de orgullo vivir en un lugar donde la gente es respetada, admirada, y premiada por sus valores sin tener en cuenta el color de su piel, su religión o su nacionalidad. Sin querer imponerle al otro cómo vivir. Ojalá esto fuera así en todo el territorio de nuestro país, y en todas partes. Florentina y Delia: india y europea, en realidad, dos mujeres luchadoras que obtuvieron el reconocimiento que merecen de la sociedad. Muchos cariños para todos Lili*

Liliana L. Blanco es Psicóloga y hace menos de 2 años que vive y trabaja en San Martín de los Andes.

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