Sucede en cualquir ámbito de la vida cotidiana, social, política, universitaria, privada o pública. Como el famoso "no te metás", el silencio de los disensos, la homegeneidad de las opiniones. Ese miedo metido en la sangre o a sangre, más bien, de estar con la minoría poderosa de cualquier signo de que se trate.
Las reuniones de consorcio, un ejemplo...
Piensen en una reunión de consorcio. Parece improbable que alguien diga lo que muchos están pensando pero si ese alguien se anima, ahi salta todo. Recuerdo ahora una asamblea general de un consorcio en la que participé y cuando dije lo que era obvio, pero que nadie decía, una señora exclamó: al fin alguien que habla sensatamente! Y no era que ella no fuera capaz pero estaban todos tan amedrentados por una copropietaria abusiva que nadie podía hablar en forma directa.
Sigamos con el ejemplo de los edificios de copropiedad. Se supone que comparten un bien común, que son co-interesados, que mantienen servicios comunes: mantenimiento del edificio, personal, administración económica, ascensores, seguridad, iluminación de pasillos, limpieza, etc. Por supuesto, también existen los espacio de poder. Es la "microfísica del poder". En el caso de que alguien cuestione este poder y aporte una opinión, es posible que:
1. deba enfrentarse a una sorda resistencia o directa oposición, ya sea por parte de quien/es sienten que pierden beneficios o de los que pueden estar de acuerdo pero no quieren hacer algo por el cambio.
2. intentan que el que habló se ocupe y se haga cargo del problema denunciado: remover al administrador, hacer la nota para que la firmen, buscar nuevas autoridades... el que habla es un/a valiente y entonces puede ocuparse del problema. Con lo cual, también otros se cuidan de hablar porque... puede significar que le "enchufen" el cargo de "arreglador de problemas". ¿Conocen situaciones como éstas?
3. tercera variante que también he visto (hablo de los consorcios eh?, qué pensaron?). La mayoría coincide en colaborar y organizan una forma de buscar información, hacer consultas, reunirse para votar por nuevas autoridades o propuestas, presupuestos, profesionales (segun se trate el tema).
La opción 3 es altamente recomendable: todos aprenden y se sienten calificados. Les confieso algo: requiere de un gran esfuerzo y trabajo. Trae malestar, tiempo dedicado al tema, enojos y sinsabores... pero si sale bien, es indestructible.
Hablar de lo que no se habla es quedar expuesto/a como un amargo/ o resentida/o, alguien que en vez de estar de acuerdo en la imagen "positiva" del mundo, nos quedamos exponiendo los problemas. Pero digo yo ¿cómo vamos a modificar o solucionar un problema si solo queremos maquillarlo?
Esta cuestión es vieja como la humanidad supongo. Es difícl y muy difícil si me permiten, tener contentos a todos, más bien imposible por esta capacidad de conflictos en la interioridad de cualquier persona y de intereses contradictorios en la vida social o política.
Pero además, estamos tan domesticados, que preferimos ocultar los disensos. No nos convienen. Es algo de lo que nos han convencido y nos convencimos. Yo creo que sí nos conviene pero es lo que yo pienso. Aun en algo a pequeña escala o muy modesto. Siempre hay alguien que nos escucha, que se anima, que le importa. Y que hace que algo cambie.
A veces me animo y digo lo que pienso. Hablo desde mi propia experiencia, que a esta altura del partido tiene sus buenos años de práctica. A veces, también me callo porque siento que caigo mal, la mayoría de las veces pienso que nadie quiere escuchar verdades o me censuro, diciendo que a lo mejor no conozco todos los aspectos de una situación. Lo cual es cierto y además muchos no cuentan todos los aspectos aun cuando le preguntemos.
También es cierto que estamos inmersos en una inmensa cosmovisión del éxito, de los buenos propósitos, de seguir la línea de menor cuestionamiento, de lo que hay que hacer para lograr tus propósitos, de vivir en una paradoja de seres individuales, de redes que no son redes, de inteligencias desmanteladas, de conceptos huecos. Personalmente, no me gusta lo homogéneo, la repetición de líderes que no convocan sino a seguidores amaestrados. Decididamente no. Se trate del ámbito que se trate. Desde mi lugar de psicóloga me parece que se sigue infantilizando, que se sigue utilizando repetidores/as. Desde mi lugar de mujer y emprendedora, tampoco. Porque sé que hay tantas maneras de hacer las cosas como personas. Porque la ambición económica no es todo. Porque los proyectos de cualquier tipo necesitan de quienes los hacen y si son sociales, mucho más y que cada uno/a piense y aporte su trabajo, capacidad, discusión, fuerza.
Cuando hice cosas, las hice pensando siempre que se podía intentar otra manera de hacer, cuando cuestioné posiciones de poder también creí y creo que es posible. He tenido muchas sorpresas positivas y también negativas para ser sincera. Lo que hago forma parte de mi manera de pensar y de ser. Es de lo que puedo dar cuenta y responsabilizarme. No esperes entonces que venga un gurú a enseñarte cómo vivir o qué pensar. Decí lo que pensás, hacé lo que puedas en el buen sentido de responsabilidad por lo que creas de verdad. Sé que hay mucha gente que actúa así también.
Para mis amigas y amigos que tratan de alertarme sobre mi histórica manía de decir lo que pienso y pelear con los molinos de viento, sepan que tengo esperanzas.
Inés Arribillaga
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